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lunes, 13 de junio de 2016
LA SENDA DE LOS DE LOS NOGALES
Voy desbrozando la senda de zarzales prisioneros y
chumberas que no me dejan entrar a este camino que necesito,
así poder caminar hacia el valle de los nogales.
Con el machete en la mano, aquel que usó mi bisabuelo
en la guerra de Alhucemas y que mi mente controla. Miro hacia
atrás y me siento satisfecho de este camino que viene desde mis ante pasados, ellos son los que lo crearon y que sigo desde
que yo era un niño.
El mastín marca el sendero. Al caminar hay momentos que
siento escalofríos y la mente se congela, en esta trocha
ascendente con el asno del ramal.
Sobre la margen derecha, me acompaña la sangría que
forma el agua de cascadas y repisas, lagos que se incrustan en el interior de esta bella montaña.
Esta agua cristalina, que sigue su curso en dirección
hacia el valle de cascadas que forma el agua, se infiltra a
través de piedras de pedernal que cubre el valle de decenas de
Nogales, y la Sabina Albar milenaria.
Valle circundado de una cordillera de montañas que
superan los mil doscientos metros de elevación, donde hay
ventisqueros que retienen la nieve en invierno. La nieve es
concentrada en barras de hielo y se transporta con reatas de
asnos; un animal pausado de gran resistencia .
Los asnos bajan cargados con barras de hielo, con ese
control que les caracteriza, aquí donde el invierno es largo y la
nieve nos invade, con este viento del cierzo.
En la plaza de la villa de canalejas del Arroyo se
concentran bajo la inmensa morera milenaria, los asnos. Los
jueves del mes día de la subasta, los carniceros y pescaderos
de los pueblos colindantes vienen a abastecerse de barras de
hielo.
Por allá veo a Pistón, mi mastín fiel compañero, de él
recibo el calor. Así me quedo dormido sobre el tronco de esta
añosa morera.Veo cómo los sentimientos me azotan en el
entresuelo.
Es la sombra que me acompaña en las noches del
invierno.
Andrés Ramón Gil
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